Estos días lluviosos invitan a alargar las sobremesas y os aseguro que además de ser super fáciles seguramente triunfareis.
Estoy convencida de que no os quedará ni una, pero si es el caso, es importante que las guardéis en una caja de lata, como las de galletas, y que el fondo de la lata, lo forréis con un papel de horno.
1 plancha de hojaldre
Azúcar moreno
Sacamos la plancha de hojaldre de su envase y la ponemos sobre nuestra mesa de trabajo. Yo tenía en casa una en forma redonda, pero si la compráis rectangular os será mucho más sencillo.
Esparcimos por toda la superficie del hojaldre el azúcar que hayamos elegido, yo como siempre, azúcar moreno, y con el rodillo le ayudamos a penetrar en la masa.
Doblamos la plancha como si fuera un pañuelo. Hasta la mitad.
En este paso, si vuestra plancha es rectangular es cuando os alegraréis.
Ahora volvemos a esparcir azúcar y repetimos la operación con el rodillo.
Y volvemos a doblar y se repite todo el proceso.
Ahora queda la parte que quizás sea más elaborada, pero a la tercera palmerita le cogeréis el tranquillo.
Cortamos pequeños trocitos del rollo de plancha que tenemos. A ser posible todos del mismo tamaño.
De forma individual, doblamos una de las esquinas, como haciendo una V.
Hemos forrado previamente una bandeja de horno con papel y las vamos depositando en la misma. Ponedlas separaditas, ya que después se abren y crecen y se os pueden pegar.
Espolvoreamos con azúcar.
Y al horno precalentado a 180º durante 7-8 minutos, dependiendo del horno. Deben quedar doraditas.
Cuando ya están listas, sacadlas del horno y dejad que se enfríen antes de degustarlas.
¿No os parecen geniales para el café del domingo?
BUEN FIN DE SEMANA
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